Presentación
Después de muchos años de realizar diversas actividades
para los miembros de nuestra Asociación Micológica Salman-
tina Lazarillo (AMSL), antes denominada Sociedad Micológi-
ca Salmantina Lazarillo (SMSL), creo que es necesario llevar
a cabo una labor de divulgación más estructurada y que pueda
llegar a más personas, no solo a los miembros que acuden a las
reuniones semanales, sino a todos los asociados y a sus familia-
res y amigos.
Por ello, emprendemos una nueva etapa en la que deseamos
dejar plasmado por escrito todas las actividades de formación
que se van realizando a lo largo de los años micológicos. Tam-
bién traeremos a estas páginas algunas de las actividades que
hayamos ya llevado a cabo y que muchas veces los socios nos
reclaman tenerlas por escrito.
No tendrá una periodicidad determinada sino que cada nú-
mero llevará una fecha (mes y año) y saldrá cuando haya algo
que se quiera transmitir a los asociados por considerarlo de in-
terés, siendo así una forma exible de formación en la que cual-
quier persona puede realizar aportaciones pertinentes.
Sobre el formato, simplemente indicar que nos atendremos
a las Normas del Boletín Micológico Lazarillo. Para consultar
cualquier duda, preguntad al coordinador.
Se pretende que sean pequeñas colaboraciones de socios y
allegados de una extensión no superior a las 12 páginas, aunque
podrán publicarse números extras cuando la extensión del traba-
jo así lo requiera.
Para distinguir los diferentes tipos de actividades e informa-
ciones, hemos establecido un código de colores que se muestra
en la primera página de las Notas Micológicas, para que ense-
guida se sepa de qué trata el contenido. Así, el círculo de color
situado a la izquierda del título del contenido puede ser:
-Roja: Biología de hongos.
-Naranja: Taxonomía, grupos y especies.
-Amarilla: Curiosidades sobre hongos.
-Verde: Plantas relacionadas con hongos y cuestiones sobre
la naturaleza.
-Azul: Usos y gestión de los hongos.
-Marrón: Fuentes de información: bibliografía e Internet.
-Violeta: Otros temas no contemplados: latelia de hongos, etc.
El Coordinador
Juan Manuel Velasco Santos
(Vicepresidente de la AMSL)
Diseño y maquetación: José Angel Hernández Melchor
La sistemática de hongos: ¿está en una
nueva era de iluminación al alcance de la
mano?
Extracto del artículo de David S. Hibbett & John W. Taylor
titulado Fungal systematics: is a new age of enlightenment at
hand? y publicado en la revista Nature Reviews Microbiology el
3 de enero de 2013 en forma on line.
Traducción: Juan M. Velasco Santos.
Redacción y arreglos: Juan M. Velasco Santos.
Resumen
Taxónomos de hongos persiguen una misión aparentemente
imposible: descubrir y dar nombres a todas las setas, mohos y le-
vaduras del mundo. Los taxónomos tienen una reputación de ser
tradicionalistas, pero según describimos aquí, la comunidad ha aco-
gido recientemente la modernización de sus reglas de nomenclatura
descartando la necesidad de descripción latina, apoyando la publi-
cación electrónica y poniendo n al sistema dual de nomenclatura,
que usa diferentes nombres para las fases sexual (teleomorfo) y
asexual (anamorfo) de especies pleomórcas. El siguiente, y más
difícil, paso será el desarrollo de normas de la comunidad para la
clasicación basada en la secuencia de nucleótidos.
Introducción
Los taxónomos crean el lenguaje de la biodiversidad, lo
que permite la comunicación sobre diferentes organismos en-
tre los cientícos básicos y aplicados, educadores, estudiantes
y público en general. Este trabajo esencial es especialmente
difícil en grupos morfológicamente crípticos y en los hiper-
diversos, como el reino Hongos (Fungi). Se aceptan aproxi-
madamente unas 100.000 especies de hongos en la taxonomía
actual, pero hay más de 400.000 nombres de las especies de
hongos -incluyendo numerosos sinónimos- registrados en la
literatura micológica, y es probable que millones de nuevas
especies aún esperan una descripción. Por lo tanto, un reto para
la taxonomía moderna de hongos es cómo eliminar los nom-
bres publicados redundantes, al mismo tiempo que existe una
aceleración de la nomenclatura de las especies recién descu-
biertas. Para regular el nombramiento de los hongos, los mi-
cólogos se adhieren al Código Internacional de Nomenclatura
Botánica. El código proporciona estabilidad a una disciplina
potencialmente caótica, pero sólo se actualiza una vez cada 7
años y sólo en las reuniones de la Sección de Nomenclatura
1Notas micológicas Nº 1. (Enero 2016) 1
asociacióN micológica salmaNtiNa “lazarillo.
Notas micológicas Nº 1. (Enero 2016)2
durante el Congreso Internacional de Botánica (CIB, IBC en
inglés), que hace que el código sea lento para adaptarse a las
prácticas modernas en sistemática. Los elementos fúngicos del
código que han sido criticados como arcaicos incluyen el siste-
ma dual de nomenclatura, que crea diferentes nombres para los
hongos anamorfos (formas asexuales) y los teleomorfos (for-
mas sexuales) de la misma especie (Fig. 1), y el requisito de
especímenes tipo con existencia real o física, lo que complica
los esfuerzos para clasicar los taxones que se descubren a tra-
vés de la metagenómica (estudio de genomas de hongos que se
encuentran en el suelo, agua o seres vivos y que no producen
fases de reproducción conocidas).
En el período previo a la última reunión del IBC, en julio
de 2011, un grupo vocal y bien organizado de micólogos lanzó
un lema: ‘Uno hongo, un nombre’, campaña destinada a poner
n al sistema de la doble nomenclatura. El movimiento culmi-
nó con la publicación de ‘La declaración de Amsterdam sobre
la nomenclatura de hongos (por 88 coautores de 26 países),
lo que sugiere que si la doble nomenclatura fue retenida en
el código botánico, podría ser necesario crear un MycoCode
separado para el reino Hongos. Independientemente, algunos
micólogos ya habían comenzado a publicar nuevos nombres de
hongos que ignoraron la morfología reproductiva, poniendo las
especies sexuales y asexuales en el mismo género y, por lo tan-
to, deliberadamente sin tener en cuenta el código. Frente a la
desobediencia de nomenclatura y la amenaza de la secesión, la
Sección de la Nomenclatura del 2011 en el IBC votó para abo-
lir el sistema dual de nomenclatura de hongos. Al mismo tiem-
po, y en respuesta a la presión de otros activistas, la sección
de la nomenclatura también votó a favor de eliminar la des-
cripción latina (en inglés ahora será suciente), para permitir
la publicación de nuevos nombres en las revistas on line (por
Internet); previamente, se requería de impresión en papel y el
registro de nuevos nombres de hongos en una base de datos
de acceso público, como Index Fungorum o MycoBank. Por
último, el propio código se cambió de nombre a Código In-
ternacional de Nomenclatura para Algas, Hongos y Plantas
(CIN o ICN en inglés). Para muchos cientícos, éstos pueden
parecer similares, -medidas de sentido común-, pero para algu-
nos taxónomos de hongos, los cambios fueron un terremoto.
Un nombre, un hongo
El sistema de nomenclatura dual para especies de hongos
pleomórcas surgió en el siglo XIX, inuenciado por el uso
de la morfología sexual en la clasicación de las plantas por
Linneo. A pesar de que es ilógico asignar varios nombres a
una sola especie, el sistema de nomenclatura dual persistió,
en parte debido a la morfología de las estructuras reproducti-
vas sexuales que se supone que es superior a la de las formas
asexuales para inferir las relaciones evolutivas de los hongos.
Sin embargo, las características sexuales perdieron su preemi-
nencia para la clasicación de los hongos a nales de 1980,
cuando se hizo la PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa,
técnica para secuenciar los nucleótidos de un ácido nucleico:
ADN o ARN) del ADN accesible a micólogos viendo las varia-
ciones moleculares que se interpretan como variaciones siste-
máticas. Más de 20 años después, el sistema de nomenclatura
dual fue nalmente abolido.
Como es siempre el caso, el trabajo duro comienza después
de la revolución. Para los micólogos, esto signica elegir los
nombres de miles de especies de hongos pleomórcas. Algu-
nas opciones serán difíciles. Por ejemplo, el género anamórco
Penicillium (con géneros teleomórcos como Eupenicillium y
Talaromyces) contiene hongos tan importantes como Penici-
llium rubens (la fuente original de la penicilina), Penicillium
marneffei (el agente causante de una enfermedad que dene el
SIDA en Tailandia), y Penicillium camemberti y Penicillium
roqueforti (utilizados para hacer los quesos Camembert y Brie,
y Roquefort, respectivamente). Sin embargo, Penicillium spp.,
como está delimitado tradicionalmente, es paralético, así como
pleomórco, por lo que estas especies bien conocidas no todas
pueden permanecer en este género histórico.
Fig. 1. Dos nombres, un hongo. Eurotium herbariorum es un hongo pleomórco el cual tiene una fase de reproducción sexual mediante ascosporas (el teleomorfo; a la izquerida) y otra fase
de reproducción asexual mediante conidios (el anamorfo, a la derecha), este se denomina Aspergillus glaucus. Imágenes cortesía de Paul F. Cannon, Royal Botanic garden, Kew, London,
UK. Y del Centre for Agricultural Bioscience International (CABI).
asociacióN micológica salmaNtiNa “lazarillo.
Notas micológicas Nº 1. (Enero 2016) 3
Clasicación de secuencias ambientales
Ahora que la doble nomenclatura ha sido abolida, el si-
guiente gran reto para la taxonomía fúngica es desarrollar es-
trategias para la clasicación de secuencias ambientales. Nadie
sabe cuántas especies sin nombre ya se han detectado a través
de estudios de metagenómica –en un estudio reciente se apun-
tan 85.000 nuevas especies, tantas como hongos conocidos y
descritos en la actualidad, entre 80.000 y 100.000-, y este hecho
por sí solo indica la necesidad de una base de datos centralizada
de las especies que se basan en secuencias ambientales, pero
ya en 2007 el número de grupos de genes rRNA estrechamente
relacionados (especies moleculares) que han sido descubiertos
con la química de Sanger se ha acercado al número de especies
que se describen a partir de especímenes, y la tasa de descu-
brimiento de especies moleculares ha aumentado, seguramente
por la aplicación de la secuenciación de última generación en la
metagenómica.
Los estudios ambientales han revelado no sólo las especies
individuales, sino también grandes clados de hongos, como la cla-
se Archaeorhizomycetes, del phylum Ascomycota, que contiene
un grupo diverso de hongos que habitan la Tierra. Las secuencias
de los miembros de Archaeorhizomycetes han sido publicadas en
más de 50 estudios independientes, y pueden ser agrupados en
más de 100 entidades a nivel de especie. Sin embargo, sólo una
especie, Archaeorhizomyces nlayi, se ha descrito formalmente,
basado en un cultivo que se obtuvo a partir de raíces de coníferas.
Un ejemplo similar es proporcionado por el phylum Rozellomyco-
ta (también conocido como Cryptomycota), un gran clado de hon-
gos acuáticos y que habitan en el suelo, el cual se conoce casi en
su totalidad a partir de secuencias ambientales.
Lecciones de taxonomía procariota
Muchos de los desafíos a los que se enfrentan los taxónomos
de micología son paralelos a los que se enfrentan los investiga-
dores que estudian los procariotas (bacterias), pero las prácticas
de nomenclatura adoptadas para los dos grupos son a menudo
divergentes. Una diferencia clave entre los códigos de nomen-
clatura para los procariotas y hongos es que el código procariota
especica los medios técnicos para reconocer nuevas especies,
y todas las especies nuevas se registran en la Revista Interna-
cional de Microbiología Sistemática y Evolutiva, mientras que
el CIN no especica ninguna técnica particular para el recono-
cimiento de especies de hongos, que pueden ser publicados en
diversos lugares. Bajo el CIN, la aceptación de las especies de
hongos se deja a la comunidad de cientícos de la micología; los
nuevos nombres son aceptados y usados por otros micólogos y
aparecen en la literatura, o simplemente se ignoran. El sistema
altamente regulado para procariotas promueve la uniformidad
en los criterios de reconocimiento de especies y preserva la es-
tabilidad de nombres, pero también puede limitar la tasa de des-
cripción de especies. Por el contrario, para los hongos existe el
sistema de laissez-faire (dejad hacer) tanto en los criterios de
reconocimiento de especies que no son uniformes (por ejemplo,
muchas descripciones de nuevas especies carecen de soporte de
datos moleculares), como en la extensa sinonimia, un desafío
permanente en la recopilación de nuevos nombres (aunque el
nuevo requisito para el registro de nombres va a resolver este
problema) y en los frecuentes cambios en las clasicaciones a
nivel de especie. Al mismo tiempo, la sistemática de los hongos
promueve rápidos cambios taxonómicos para reejar los nuevos
descubrimientos y los avances en la reconstrucción logenética.
Los cambios en las clasicaciones de las especies de hongos
a menudo se producen cuando se descubre la evidencia de la di-
versidad genética dentro de táxones morfológicos. Por ejemplo,
podría tener lectores sorprendidos al enterarse de que la espe-
cie de Penicillium de Alexander Fleming, Penicillium chryso-
genum, es ahora conocido como P. rubens, pero el cambio se
hizo necesario cuando los datos, logenéticos y de genética de
poblaciones mostraron que P. chrysogenum albergaba varias
especies genéticamente aisladas. Los micólogos de más edad
pueden quejarse de tener que aprender un nuevo nombre, pero
la nueva clasicación reeja el estado actual del conocimien-
to, y los nuevos estudiantes no serán molestados por el cambio.
Por el contrario, en la bacteria arquea Sulfolobus islandicus se
demostró que comprende varias especies aisladas genéticamen-
te de acuerdo con las técnicas de genética de poblaciones, que
mostraron aislamiento genético por la distancia y también evi-
dencia de especiación ecológica, pero estas especies se queda-
ron sin nombre, en parte porque la técnica, ahora anticuada, de
hibridación ADN–ADN se habría requerido para las descripcio-
nes de especies formales. Es cierto que hay grandes desafíos en
la determinación de los límites de las especies de bacterias y
arqueas, sobre todo en el caso de que haya una amplia transfe-
rencia horizontal de genes. Sin embargo, las diferencias en la
práctica de la nomenclatura para las bacterias y arqueas frente a
los hongos, pueden ser parte de la razón por la que el número de
nuevas especies descritas por año es aproximadamente el doble
para los hongos que para los procariotas. El CIN aumentará la
centralización de la autoridad taxonómica para los hongos, aun-
que los criterios básicos para el reconocimiento de las especies
de hongos se mantendrán sin restricciones. Es importante que a
medida que se implementan las nuevas normas del CIN, la Co-
misión General (comisión facultada para conservar o rechazar
nombres de táxones de hongos, así como para modicar el CIN)
actúa con moderación y no hace nada para impedir el progreso
en la descripción de las especies nuevas de hongos.
Los micólogos también pueden aprender de la experiencia
de los investigadores bacterianos con respecto a la clasicación
de las secuencias ambientales. El requisito de que exista un cul-
tivo tipo vivo para la descripción de especies de bacterias o ar-
queas es comparable a la exigencia de una muestra de tipo físico
(holotipo) para nombrar las especies fúngicas. Para habilitar el
nombramiento de bacterias que carecen de cultivo, pero que son
conocidas por “más que una mera secuencia”, Murray y Schlei-
fer sugirieron utilizar el prejo Candidatus, lo que indica que el
nombre es provisional. Esta recomendación se ha adjuntado al
código bacteriano, pero menos de 400 bacterias y arqueas han
sido descritas como especies Candidatus. Si los micólogos de-
sean adoptar una nueva categoría similar a Candidatus para dar
cabida a la gran cantidad de especies descubiertas a través de
secuencias ambientales, como se ha sugerido, se tendrá que en-
contrar la manera de facilitar la taxonomía de alto rendimiento.
El futuro de la taxonomía fúngica
Veinticinco años después de la primera descripción de la
PCR, la taxonomía de hongos a nivel de especie se pone al día
con la revolución molecular. El cambio ha llegado poco a poco
asociacióN micológica salmaNtiNa “lazarillo.
Notas micológicas Nº 1. (Enero 2016)4
y ha sido impulsado por las acciones de los micólogos radica-
les, que burlaron y subvertieron el código nombrando taxones
basados en anamorfos o secuencias ambientales. Tales actos
individuales de rebelión iluminan el camino a seguir, pero en
última instancia, la taxonomía molecular fúngica es una empresa
de grupo que puede tener éxito sólo con el apoyo y la participa-
ción de la amplia comunidad de micólogos. Los defensores de la
taxonomía unitaria trabajaron ecazmente como una comunidad
para derogar la doble nomenclatura y ahora se están organizando
para resolver los nombres correctos de montones de especies de
hongos pleomórcos. Los partidarios de la taxonomía molecular
basada en la secuencia de nucleótidos (o bases) no la han uni-
cado tanto. La publicación de P. cryptodigmaticus demuestra
que es “legalmente” posible, bajo el código, describir nuevas
especies en base a secuencias (siempre y cuando un tipo nominal
se deposite en alguna parte), pero se necesita un esfuerzo de la
comunidad para desarrollar los protocolos ampliamente acepta-
dos y necesarios para un movimiento de masas hacia la taxono-
mía molecular basada en secuencias, seguramente a través de
ujos de trabajo automatizados.
Por lo menos un tema difícil parece haber sido resuelto: el
espaciador transcrito interno (ITS), región del gen rRNA nu-
clear, ha sido propuesto como el locus de código de barras de
hongos y se está utilizando para la delimitación de especies ba-
sada en secuencias en estudios ambientales para muchos gru-
pos de hongos. Sin embargo, otros temas clave siguen siendo
problemáticos. Se lee que las secuencias proporcionadas por
las ITS y la subunidad grande (LSU) rRNA, logenéticamen-
te tratable, no pueden obtenerse hasta que haya mejoras en la
secuenciación de última generación. La regla de oro para la
delimitación de especies en los hongos es el método de con-
cordancia genealógica, que utiliza múltiples loci genéticos
para evaluar los límites de recombinación. Estos enfoques no
son aplicables en los conjuntos de datos ambientales, que por
lo general utilizan loci únicos amplicados de ADN agrupa-
dos. Por otra parte, con el n de llevar a cabo la delimitación
de especies en muestras ambientales, las consecuencias de la
heterogeneidad intragenomica en genes multicopia rRNA, así
como el error debido al conicto entre el árbol gen frente al
árbol especie, tendrá que ser determinado empíricamente en
relación con los conjuntos de datos multigenes. Los nombres
de las especies conocidas sólo de secuencias ambientales pue-
den requerir una nueva categoría taxonómica comparable a la
situación Candidatus para las bacterias y arqueas, o un su-
jo de identicación, por ejemplo, ENAS (secuencia de ácidos
nucleicos del medio ambiente) o eMOTU (unidad taxonómica
operativa molecular del medio ambiente). La realidad de la se-
cuencia de errores podría prevenir la denominación hasta que
la misma secuencia se encuentre en un segundo momento y por
un grupo de investigación diferente. Por último, las bases de
datos micológicos como MycoBank deben prepararse para una
llegada masiva de nuevas especies, sobre todo si se desarrollan
los ujos de trabajo automatizados para describir los hongos a
partir de secuencias de ácidos nucleicos ambientales. Dada la
tasa de descubrimiento de especies, los micólogos no tienen
otros 25 años para reexionar sobre el problema.
Autores
David S. Hibbett is at The Biology Department, Clark Uni-
versity, Worcester, Massachusetts 01610, USA.
John W. Taylor is at The Department of Plant and Microbial
Biology, University of California, Berkeley, California 94720, USA.
En esta era de nuevas tecnologías, los investigadores utili-
zan con frecuencia para la identicación de las especies peque-
ños fragmentos de genoma (ADN de un organismo), como si se
tratase de las líneas negras en un código de barras. Sin embargo,
en un artículo publicado en MycoKeys, en el que participan in-
vestigadores de la Universidad de Göteborg (Suecia), del Real
Jardín Botánico-CSIC (España), de la Universidad de Uppsala
(Suecia), y de la Universidad de Tartu (Estonia), se ha detectado
que una de las regiones del ADN designadas como código de
barras genético puede presentar una anomalía.
La herramienta de identicación conocida como el código
de barras de ADN, se basa en confrontar el fragmento de ADN
(barcode) de una muestra desconocida, con una o más secuen-
cias de muestras bien identicadas; lo que permite la identi-
cación rápida, para los investigadores que lo necesiten. Esta
herramienta es especialmente útil, para la identicación de orga-
nismos poco visibles, o con pocos caracteres morfológicos para
su identicación, tales como los hongos.
En los hongos, se utilizan como código de barras de ADN
las secuencias de ITS, que presentan dos separadores internos
transcritos llamados ITS1 e ITS2. Lo más relevante de la se-
cuencia ITS es que no hay genes insertados en la región, por lo
que se desarrolla sin ningún tipo de restricciones y, por lo tanto,
cambia muy rápidamente. Debido a esta propiedad, el ITS se
utiliza para diferenciar entre miles de especies de hongos.
Sin embargo, hace más de diez años se observó que algu-
nas especies tenían muy diferente la región ITS1, incluso entre
especies estrechamente relacionadas, lo que parecía sugerir que
algún proceso desconocido estaba complicando el análisis del
código de barras, y desde luego otros tipos de análisis de paren-
tesco, si la extraña parte en ITS1 no se excluía.
Ahora, los autores del trabajo volvieron a hacer nuevas ex-
tracciones de ADN de tres especies para comprobar que, los in-
vestigadores anteriores, no habían cometido un error. A pesar
de cambiar el método de extracción y los especímenes, siempre
obtuvieron el mismo resultado: la secuencia de ITS1 era idéntica
a las secuencias antiguas, y presentaban una zona anómala en la
región ITS1. El código de ADN en hongos no es perfecto.
ROSENBLAND, M.A. et al. (2016). Micokeys, doi: 10.3897/
micokeys@8579
El código de ADN en hongos no es perfecto
Astraeus sirindhorniae, Lactarius luridus y Russula olivacea han sido las especies estudiadas